Una mirada acerca de las estrategias con TIC utilizadas antes y durante la pandemia

Es realmente un placer iniciar  el curso “Competencias para la creación de contenidos", otro desafío propuesto por el equipo de “Educación a Distancia e Innovación Educativa” de UNCuyo para salvar la educación en pandemia.

El ejercicio de pensar en las estrategias con TIC desarrolladas antes de la pandemia me lleva a  un tiempo que siento que quedó allá lejos, sin embargo, apenas  ha pasado un año y medio desde que abandonamos el diseño de nuestros archivos en blanco y negro que  dejábamos en fotocopiadora para pasar a un nuevo escenario de enseñanza-aprendizaje. Esa voracidad con la que salimos a buscar herramientas y recursos para utilizar en un ambiente digital  educativo hizo que viviéramos este cambio de una manera muy vertiginosa.

Recuerdo que en aquel tiempo no tan lejano, el equipo de asesoramiento pedagógico nos solicitaba que incluyéramos en la planificación al menos una actividad con el uso de TIC. Con un poco de desgano y como para cumplir, escribía: “Uso de TIC para presentación de solicitudes, películas de sonetos y biblioteca virtual”.

 Antes de la pandemia, los alumnos hacían un uso generalizado de las TIC. Algunas de las habilidades generales que desarrollaban con  programas informáticos existentes eran:

  • Uso de Word para escribir una solicitud o un informe.
  • Acceso a Internet para buscar imágenes, información  sobre un tema, resúmenes de obras literarias (para no leer los libros) o textos literarios que compartían por Whatsapp.
  • Uso de Power Point para crear presentaciones.

En mi caso, como profesora, el uso de herramientas digitales se resumía en:

  • Búsqueda de textos en Internet para completar la elaboración de contenidos curriculares.
  • Uso de Word para crear documentos y manejo de herramientas de Word para  elaborar mapas conceptuales, incorporar imágenes y cambiarles el color a  escala de grises.
  • Incorporación de algún enlace en un documento  para  acceder a un video.  Los alumnos debían tipear manualmente el link para verlo ya que trabajaban exclusivamente con fotocopias.
  • Presentación de videos de Youtube en el aula previamente descargados en la computadora.
  • Creación de grupos cerrados en Facebook para compartir videos (no funcionó porque los estudiantes migraron rápidamente a otras redes sociales).

En síntesis, tanto mis alumnos como yo, utilizábamos las TIC en procesos cognitivos generales.

Con la abrupta llegada del ASPO, utilicé las TIC como sistemas tutoriales  para guiar los procesos cognitivos y aprender determinados procedimientos vinculados con tareas educativas (Monereo Font y Badia Garganté 2013). Por ejemplo, recuerdo las horas que pasé viendo tutoriales para aprender a usar los servicios que ofrece Classroom. Afortunadamente, casi de manera inmediata comencé el primer curso de “Educación a Distancia e Innovación Educativa” el cual me permitió conocer los usos educativos que puede hacerse de la tecnología, qué herramientas elegir y cómo usarlas para enseñar. Hoy soy consciente de la necesidad de crear un objeto de aprendizaje digital (Area Moreira 2018),  una propuesta empaquetada de enseñanza aprendizaje, que sea pensada y planificada para lograr cierto resultado.

¿Qué recursos digitales  asomaron a mis aulas virtuales? Documentos, ebooks, animaciones, infografías, formularios, documentos colaborativos, memes, audios,  videos, mapas mentales y diversas aplicaciones para crear contenidos.

¿Qué tareas se les solicitó a los alumnos?

Si al principio de la pandemia entregaban una foto de la hoja de su carpeta, con el paso del tiempo se adaptaron a otras propuestas: participación en foros, juego pasapalabras, resolución de formularios, participación en proyectos colaborativos en Wiki, presentaciones interactivas, creación de nubes de palabras e incluso uso de redes sociales para alcanzar el aprendizaje. En muchos casos, realizaron tareas que propician la comunicación e interacción entre los estudiantes.

Al comparar las estrategias con TIC utilizadas antes y durante la pandemia, puedo resaltar la importancia de haber logrado poner al alcance del alumno una variedad de recursos que le garanticen  el acceso al aprendizaje. Con esto quiero decir que antes solo ofrecíamos un texto para  leer y esperábamos otro texto para leer escrito en una hoja; hoy la variedad de herramientas que utilizo tanto para producir contenidos como para solicitar una tarea resultan  más inclusivas y los alumnos parecen sentirse más felices durante el aprendizaje. Por ejemplo, para enseñar el relato de terror ofrecí un cuento  de Edgar Allan Poe en PDF, la narración oral de Laiseca (excelente) y una historieta sobre el mismo cuento, una canción de  G. Ceratti y un episodio de los Simpson. Las consignas de trabajo ofrecían varios caminos que les permitían elegir los recursos para analizar.

Personalmente, considero que más allá de los inconvenientes de acceso a la conectividad,  nuestros estudiantes se han adaptado fácilmente a la incorporación de la tecnología en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Recurren al uso de aplicaciones para presentar las tareas  y utilizan su celular como una herramienta de acceso inmediato a  los contenidos; esto facilita actualmente  el trabajo en la bimodalidad.  Si antes la consigna al entrar al aula era: “Guarden el celular”, ahora es todo lo contrario ya que ahí pueden llevar los archivos previamente compartidos  y quedan las actividades que necesitan conectividad para resolverse en la virtualidad. 

En mi rol docente, como dificultad en este período híbrido de enseñanza-aprendizaje,  puedo señalar la dificultad para coordinar el acceso a los recursos seleccionados ya que en las clases presenciales no todos los colegios brindan  conectividad, algunos alternan semanas de actividad presencial  por burbujas con otra virtual y otros han pasado en estos días a la presencialidad completa del profesor con cambio de burbujas. En definitiva, nada que pueda sorprendernos ni a lo que no podamos adaptarnos en tiempos de pandemia.

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